Papa a la huancaina
jueves, 16 de octubre de 2008
TRABAJANDO CON CADS EN COLEGIOS
Desde nuestra llegada a Piura y, hasta finalizar nuestra estadía, estamos colaborando en diversos colegios públicos del Departamento impartiendo talleres con niños de primaria y secundaria y realizando charlas con padres y docentes.
En cuanto al trabajo con niños, mi compañero Eugenio se encarga de llevar a cabo talleres relacionados con el teatro y periodismo escolar, realizando dinámicas de expresión corporal, pequeñas representaciones teatrales y creando junto a los chicos periódicos mural, entre otros.
Yo me encargo de manejar con ellos habilidades sociales, derechos humanos, trabajo en equipo y autoestima, a través también de distintas dinámicas de presentación, comunicación, interculturalidad, cooperación e igualdad de género.
La experiencia para ambos está siendo muy gratificante; cuando llegamos a los colegios los niños nos reciben con grandes sonrisas, con mucha ilusión y entusiasmo y están deseando jugar y aprender con nosotros.
Otra de nuestras funciones inmersas en el programa son las charlas con padres, cuyos hijos asisten a centros de primaria o secundaria. Se intenta dividir a las familias según el grado de sus hijos ya que poseen inquietudes y problemas diferentes. En estas charlas intentamos que la participación de los padres sea primordial, creando un ambiente de debate y reflexión. Algunos de los temas tratados suelen ser: importancia de la educación formal y no formal, educación sexual, implicación de la figura masculina en la educación de los hijos, importancia de una buena coordinación entre familia-escuela y alimentación.
En este ámbito, las familias también se muestran muy participativas y con ganas de escuchar, aunque sí observamos grandes diferencias entre las preocupaciones de los padres en zonas rurales y zonas urbanas.
Por último, también estamos colaborando con los profesores de los centros educativos, intercambiando distintas realidades y experiencias profesionales y aplicando dinámicas lúdicas en el aula. Profesores muy comprometidos con su tarea de enseñar, no solo conocimientos teóricos sino también valores, cada uno con su metodología, pero con el fin de mejorar la educación en el país y crear así niños más críticos y capaces de decidir por sí mismos.
Lara.
En cuanto al trabajo con niños, mi compañero Eugenio se encarga de llevar a cabo talleres relacionados con el teatro y periodismo escolar, realizando dinámicas de expresión corporal, pequeñas representaciones teatrales y creando junto a los chicos periódicos mural, entre otros.
Yo me encargo de manejar con ellos habilidades sociales, derechos humanos, trabajo en equipo y autoestima, a través también de distintas dinámicas de presentación, comunicación, interculturalidad, cooperación e igualdad de género.
La experiencia para ambos está siendo muy gratificante; cuando llegamos a los colegios los niños nos reciben con grandes sonrisas, con mucha ilusión y entusiasmo y están deseando jugar y aprender con nosotros.
Otra de nuestras funciones inmersas en el programa son las charlas con padres, cuyos hijos asisten a centros de primaria o secundaria. Se intenta dividir a las familias según el grado de sus hijos ya que poseen inquietudes y problemas diferentes. En estas charlas intentamos que la participación de los padres sea primordial, creando un ambiente de debate y reflexión. Algunos de los temas tratados suelen ser: importancia de la educación formal y no formal, educación sexual, implicación de la figura masculina en la educación de los hijos, importancia de una buena coordinación entre familia-escuela y alimentación.
En este ámbito, las familias también se muestran muy participativas y con ganas de escuchar, aunque sí observamos grandes diferencias entre las preocupaciones de los padres en zonas rurales y zonas urbanas.
Por último, también estamos colaborando con los profesores de los centros educativos, intercambiando distintas realidades y experiencias profesionales y aplicando dinámicas lúdicas en el aula. Profesores muy comprometidos con su tarea de enseñar, no solo conocimientos teóricos sino también valores, cada uno con su metodología, pero con el fin de mejorar la educación en el país y crear así niños más críticos y capaces de decidir por sí mismos.
Lara.
miércoles, 17 de septiembre de 2008
La playa de los perros
Esta es la playa de los perros.
Esta es la playa donde los niños atrapan
las rayas sangrientas que coletean en los mercados.
Esta es la playa de las olas abnegadas
que vienen impulsadas desde el horizonte.
El sol traspasa las cañas de los sombreros
y los pescadores imploran clemencia
en la mancha turquesa donde lavan sus pies.
Las redes son el hogar de sus secretos.
La luz del cólera estalla en la orilla.
Los perros orinan en el mar.
Las niñas mojan sus vestidos blancos
en la espuma densa que trae el peso del agua.
La lumbre del beso despiadado secará
la silueta libre de sus saltos en la arena.
Los borrachos acuden a la hora resuelta
para comer la yuca que han robado a los hambrientos.
A las mujeres les arde la frente.
Les quema el miedo.
Les arropa la miseria.
El océano es la balsa donde flota la suerte de la desdicha.
En el burbujeo que se prende en el margen
se agotan los bañistas solitarios…
en la playa de los perros enloquecidos,
donde los niños entierran sus manos en los pubis de las ballenas.
Playa de Colán, 14 de septiembre.
Esta es la playa donde los niños atrapan
las rayas sangrientas que coletean en los mercados.
Esta es la playa de las olas abnegadas
que vienen impulsadas desde el horizonte.
El sol traspasa las cañas de los sombreros
y los pescadores imploran clemencia
en la mancha turquesa donde lavan sus pies.
Las redes son el hogar de sus secretos.
La luz del cólera estalla en la orilla.
Los perros orinan en el mar.
Las niñas mojan sus vestidos blancos
en la espuma densa que trae el peso del agua.
La lumbre del beso despiadado secará
la silueta libre de sus saltos en la arena.
Los borrachos acuden a la hora resuelta
para comer la yuca que han robado a los hambrientos.
A las mujeres les arde la frente.
Les quema el miedo.
Les arropa la miseria.
El océano es la balsa donde flota la suerte de la desdicha.
En el burbujeo que se prende en el margen
se agotan los bañistas solitarios…
en la playa de los perros enloquecidos,
donde los niños entierran sus manos en los pubis de las ballenas.
Playa de Colán, 14 de septiembre.
lunes, 15 de septiembre de 2008
Visitando proyectos en Lima
La semana pasada en Lima fue bastante intensa; el martes acompañamos a una de las miembros del IPP, Nelly, a diversos colegios para conocer los proyectos que se están desarrollando a través de los CADS (Círculos de Autoeducación Docente). Pudimos conversar con algunas de las profesoras, para que nos explicaran en que consistía el proyecto de su colegio y conocer distintas aulas.
En la mayoría de los centros estaban desarrollando talleres de loncheras nutritivas, consistentes en la elaboración de dietas alimenticias adecuadas para trabajar con padres e hijos y favorecer en estos últimos unos hábitos saludables.
La experiencia fue muy positiva, nos sirvio para tener un primer contacto con la realidad educativa Peruana y poder intercambiar experiencias con alumnos y profesores. Uno de los aspectos que más nos sorprendió fue la gran amabilidad y respeto con el que nos recibieron los niños en sus aulas, deleitándonos con cantes y bailes populares.
El miércoles estuvimos visitando a nuestras compañeras de APDH. Con ellas pudimos acercarnos a uno de los Comedores Populares del sector número 5 del distrito de Comas. También conocimos el Centro de acogida para mujeres, en el que una de las profesionales nos explico el funcionamiento del mismo. Otra bonita experiencia para finalizar nuestra estancia en Lima.
Lara Tolosa
martes, 9 de septiembre de 2008
Lima nublada
Lima es una ciudad donde nunca se ve el sol. Los últimos días de su invierno son templados y pesados. A las seis decae el sol; a las ocho la noche ya es espesa. Es esta una ciudad sin límites, donde el océano más grande de la Tierra sólo se intuye, donde la vida parece discurrir lejos del mar, aunque el mar sea la inmensidad del Pacífico.
Patear el centro de la ciudad en un domingo festivo es hundirse en una marea de colores: la Virgen de los Milagros se presenta en sociedad. Los niños homenajean a la Virgen con alfombra de pétalos de flores y los maridos llevaban al cuello corbatas anudadas por sus mujeres.
El centro de Lima está entre las avenidas de Tacna y Abancay. El centro de Lima, tal y como lo ideó Pizarro, queda como un tablero de damas, un tablero donde miles de casitas coloniales se encallan en sus casillas. Me encantan los nombres musicales de las calles: parecen que inspiran historias. Entre medias está la Plaza de Armas, la Plaza Mayor, donde están todos los poderes limeños y peruanos: toda la algarada de la burocracia dándose la mano.
La comida nunca va a ser inocua: todos los sabores resplandecen en el Perú. El camote hervido, el ceviche tierno, el arroz especiado, los chupes y los caldos, el pollo a la brasa... Ningún plato carece del matiz esencial que integra al pueblo, a sus costumbres, con el fondo de su tierra.
Transitar la ciudad en ómnibus, en las maravillosas combis de recepcionistas alelados y vivísimos, es reflejar un estado de ánimo que se sustenta en la sensación de que el azar en estas ciudades tiene un gran peso en las vidas de las personas. Hay que tener cuidado en Lima: el ciudadano tiene que estar agilito y tener mil ojos para no ser sellado en el asfalto. Esta ciudad es la velocidad de las avenidas, pero también el reposo de los limeños tranquilos, que conviven hastiados por el cielo nublados y eléctricos por el olor a combustible que se maneja en todos los distritos de la ciudad.
Lima es la ciudad de las ciudades. Un montón de distritos, de miniciudades (que ya de por sí son ingentes) se han ido pegando y han creado un mosaico de nomenclaturas latinas que crean la municipalidad: Miraflores, San Isidro, Jesús María, Comas, Breña, Pueblo Libre, el único distrito de la ciudad donde flameó la bandera peruana después de la conquista de los chilenos.
Desde el mirador de San Cristobal la ciudad es una diseminación de vidas que nunca van a conectarse. Pasa siempre en las grandes ciudades, pero en estas urbes sin principio y sin fin la sensación de desproporción del hombre y su entorno se hace especialmente desquiciada.
Las avenidas son un escalectrix con baches, donde los taxistas compiten y compiten y parecen ofrecer una dimensión irremisible del choque. Los niños tienen la mirada profunda de la habilidad, cierta tristeza dura que parece llamar la atención de la injusticia y en los pasos de cebra muchos venden caramelos y hacen volteretas para ver si alguien se anima y le suelta algunos céntimos. Son ellos los niños olvidados en los acantilados de las urbes ciegas.
Patear el centro de la ciudad en un domingo festivo es hundirse en una marea de colores: la Virgen de los Milagros se presenta en sociedad. Los niños homenajean a la Virgen con alfombra de pétalos de flores y los maridos llevaban al cuello corbatas anudadas por sus mujeres.
El centro de Lima está entre las avenidas de Tacna y Abancay. El centro de Lima, tal y como lo ideó Pizarro, queda como un tablero de damas, un tablero donde miles de casitas coloniales se encallan en sus casillas. Me encantan los nombres musicales de las calles: parecen que inspiran historias. Entre medias está la Plaza de Armas, la Plaza Mayor, donde están todos los poderes limeños y peruanos: toda la algarada de la burocracia dándose la mano.
La comida nunca va a ser inocua: todos los sabores resplandecen en el Perú. El camote hervido, el ceviche tierno, el arroz especiado, los chupes y los caldos, el pollo a la brasa... Ningún plato carece del matiz esencial que integra al pueblo, a sus costumbres, con el fondo de su tierra.
Transitar la ciudad en ómnibus, en las maravillosas combis de recepcionistas alelados y vivísimos, es reflejar un estado de ánimo que se sustenta en la sensación de que el azar en estas ciudades tiene un gran peso en las vidas de las personas. Hay que tener cuidado en Lima: el ciudadano tiene que estar agilito y tener mil ojos para no ser sellado en el asfalto. Esta ciudad es la velocidad de las avenidas, pero también el reposo de los limeños tranquilos, que conviven hastiados por el cielo nublados y eléctricos por el olor a combustible que se maneja en todos los distritos de la ciudad.
Lima es la ciudad de las ciudades. Un montón de distritos, de miniciudades (que ya de por sí son ingentes) se han ido pegando y han creado un mosaico de nomenclaturas latinas que crean la municipalidad: Miraflores, San Isidro, Jesús María, Comas, Breña, Pueblo Libre, el único distrito de la ciudad donde flameó la bandera peruana después de la conquista de los chilenos.
Desde el mirador de San Cristobal la ciudad es una diseminación de vidas que nunca van a conectarse. Pasa siempre en las grandes ciudades, pero en estas urbes sin principio y sin fin la sensación de desproporción del hombre y su entorno se hace especialmente desquiciada.
Las avenidas son un escalectrix con baches, donde los taxistas compiten y compiten y parecen ofrecer una dimensión irremisible del choque. Los niños tienen la mirada profunda de la habilidad, cierta tristeza dura que parece llamar la atención de la injusticia y en los pasos de cebra muchos venden caramelos y hacen volteretas para ver si alguien se anima y le suelta algunos céntimos. Son ellos los niños olvidados en los acantilados de las urbes ciegas.
Lima es el cielo gris de los domingos, el hormigón desgastado y esmaltado, la línea intuida del Pacífico y la flor caída de un volcán milenario.
Eugenio Blanco
lunes, 8 de septiembre de 2008
Recorrido por Lima
Plaza de Armas: Centro neurálgico de Lima. Los poderes públicos se concentran en este espacio. El día que fuimos fue un domingo festivo: los niños conmemoraban a la Virgen de los Milagros con mantones de flores. Los pasacalles ofrecían colorido.
Avenida Brasil: Lugar donde está ubicado nuestro hostal, el Hostal Brasil. Avenida imporante de la ciudad que cruza el distrito de Jesús María y desemboca en la plaza Bolognesi.
Primera ojeada al Pacífico: Desde el mirador de Arcomar, en el distrito de Miraflores, una de las zonas más pudientes de la ciudad.
El cerro del Rimac: Colindando con el centro de la ciudad está el cerro del Rimac. Subimos al mirador de San Cristóbal en combi en una ruta por el módico precio de cinco soles. Una guía nos contaba la historia de la ciudad y se quedaba embobada cuando pasábamos por la Alameda de los Bobos, el lugar donde los jóvenes limeños se hacían los enamorados.
Primeras palabras
Llevamos un fin de semana largo en Lima. Llegamos después de un día de viaje. 10 horas a Bogotá, escala de más de siete horas en el aeropuerto de El Nuevo Dorado (qué nombre más chulo para un aeropuerto) y llegamos a la capital peruana sobre las 3 de la mañana. Allí nos recogieron Isabel Rivera, directora del IPP -Instituto de Pedagogía Popular, institución que coordina nuestro proyecto- y su hija, Carolina.
A partir de ese momento todo ha sido un no parar. Nos hemos acercado a Lima, este ciudad enorme de la que ya hablaremos, hemos empezado a degustar los más afamados platos peruanos y hemos trazado relación con la gente del instituto que planea nuestro viaje. Será el jueves cuando ingresemos en Piura, nuestro destino matriz.
Hoy hemos tenido la primera reunión de trabajo con la gente del IPP, coordinada por Sigfredo Chiroque. Antes de coger el avión a Piura iremos al distrito de Santa Anita, aquí en Lima. Será nuestro primer contacto con los CADS (Círculos de Autoeducación Docente). Nos acompañara Nelly, una de las profesoras que trabaja para el IPP.
El entusiasmo del equipo nos motiva desde el principio, porque esta característica impregna la actividad del Instituto: la creencia de que la educación de calidad puede ayudar a crear mentes que se puedan defender mejor contra la pobreza y la injusticia social. Es un orgullo estar en este grupo.
El miércoles, nuestros últimos momentos en Lima, los dedicaremos a visitar Comas, un distrito en el cono norte de la ciudad donde trabajan las otras compañeras delegadas por Minka. En este caso coordinadas por APDH. Visitaremos el centro de acogida para mujeres. Y, con suerte, podremos hacer un almuerzo típico español.
No paramos y estamos felices.
Lara y Eugenio
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